Cuando una pareja de novios informa a su parroquia de que les gustaría casarse, la Iglesia les comunica los pasos necesarios para prepararse al sacramento del Santo Matrimonio. En la Diócesis de Tyler esto consiste en un programa de parejas mentoras, reuniones con el sacerdote, clases de Planificación Familiar Natural y un retiro llamado Tres para casarse. Las parejas reciben una lista de cosas que deben hacer, y la parroquia les acompaña en el proceso. El Obispo Strickland se ha referido intencionadamente a esto como formación para el matrimonio en lugar de “preparación para el matrimonio”, porque la formación para el matrimonio sigue siendo necesaria después del día de la boda.
El concepto de formación continua para el matrimonio puede ser un reto. Antes de la boda, conocemos el papeleo, los procedimientos y las cosas que tenemos que hacer antes del gran día. Sin embargo, para las parejas casadas no hay una lista obligatoria de “Cosas que hacer hasta que la muerte nos separe”. Sabemos que debemos permanecer fieles a nuestras promesas matrimoniales y a las enseñanzas de la Iglesia. Pero, ¿cómo es el día a día de nuestra formación para el matrimonio?
La buena noticia es que la formación continua del matrimonio no tiene por qué ser complicada. Hay 3 cosas sencillas que me gustaría invitarte a considerar la posibilidad de incorporarlas a tu vida matrimonial como parte de tu formación permanente como pareja:
Diviértanse juntos
Las noches de cita regulares y el tiempo intencionado en pareja son una necesidad absoluta en la vida matrimonial. Las investigaciones demuestran que las parejas que tienen noches de cita semanales pueden beneficiarse de una mejor comunicación, una intimidad más profunda y una mayor felicidad en su relación. Esto no significa que tengan que salir a cenar y a bailar todos los viernes por la noche (¡aunque eso suena muy bien!), sino que piensen en las formas en que pueden divertirse, centrarse el uno en el otro y reconectarse intencionadamente cada semana. También es importante reconocer que esto puede tener un aspecto diferente según la época del Matrimonio en la que se encuentren: las parejas con hijos pequeños probablemente tendrán que encontrar formas más creativas de volver a conectar entre sí semanalmente. Hay muchas sugerencias en Internet para tener una cita en casa y a bajo coste. La cuestión es hacer del tiempo juntos una prioridad, y anotarlo en el calendario.
La comunidad es necesaria
Las parejas de novios se benefician de tener parejas mentoras que conocen y en las que confían y que les acompañan en el proceso de formación para el matrimonio. Esto construye una relación que también puede ayudarles a conectar con la comunidad en general y, lo que es más importante, tienen una pareja que puede ofrecerles apoyo continuo en su camino hacia la vida matrimonial. La verdad es que todos podemos beneficiarnos de la comunidad y de las relaciones con otros matrimonios a los que admiramos. Estar conectado a una comunidad de parejas casadas que también se esfuerzan por crecer en santidad mientras navegan por el desorden de la vida familiar puede ser una verdadera bendición. La comunidad nos da el apoyo y el ánimo que necesitamos en las diferentes etapas del matrimonio, y también nos da la oportunidad de compartir nuestro matrimonio con los demás. ¿Tiene la parroquia de ustedes un ministerio de grupos pequeños para parejas? ¿Cuándo fue la última vez que ustedes pasaron tiempo con otras parejas casadas? Recen para saber cómo pueden conectar con otras parejas de su comunidad. No tiene que ser formal, pero es importante construir una comunidad de matrimonios en la parroquia.
La oración y la vida sacramental
Probablemente todos hemos oído alguna versión de “La pareja que reza unida permanece unida”. Parece tan obvio y, sin embargo, puede ser una de las cosas más difíciles para que las parejas se comprometan a hacerlo con regularidad. Sin una vida de oración y sin los sacramentos, a nuestros matrimonios les faltará algo (y alguien) esencial. Ir a Misa, recibir la Eucaristía y confesarse regularmente son cosas que nos abren más plenamente a la gracia que Cristo quiere darnos a diario. Si el marido y la mujer crecen cada uno en su relación con Cristo, se esfuerzan por ser sus discípulos y mantienen a Dios en primer lugar, tienen una base firme para un matrimonio santo y centrado en Cristo. ¿Cómo es tu vida de oración personal? ¿Cuándo fue la última vez que rezaste con tu cónyuge? Habla con tu cónyuge sobre cómo pueden incorporar la oración y los sacramentos con más frecuencia en su vida matrimonial.
Sabemos que las estadísticas nacionales sobre el matrimonio no son buenas. Según el Instituto Gottman, la mitad de los matrimonios que terminan lo hacen en los primeros siete años. El matrimonio es difícil, y vivimos en un mundo que fomenta la comodidad y la felicidad por encima del dolor y el sacrificio. Sin embargo, en el corazón del sacramento del Santo Matrimonio hay una llamada vocacional a una forma de vida muy diferente. Nuestro “sí” al sacramento del Matrimonio no es algo que sólo ocurre el día de nuestra boda. La formación matrimonial continua nos recuerda que nuestro “sí” a esta vocación es algo que damos a diario, y Dios seguirá dándonos lo que necesitamos para crecer más cerca el uno del otro y de él.